Una debilidad de nuestro sistema educativo es la detección de dificultades de aprendizaje. Generalmente etiquetamos a algunos alumnos como “hiperactivos”, “especiales”, “malcriados”, sin ningún criterio psicopedagógico.
No siempre nuestro sentido común, basta para “catalogar” a un estudiante. Los parientes de un niño con dificultades académicas o inconductas deben ser personas capaces de aceptar dichas dificultades, interesadas en conocerlas y dispuestas a intentar apoyarlos en superarlas. Educar es una “coproducción”, entre la escuela y la familia. Los docentes por si solos obtendrán logros insuficientes.
Apuntamos a delimitar dificultades específicas e iniciar su intervención, a través de un reporte que ayudará al tutor, la coordinación TOE y a la propia familia para apoyar a los estudiantes con dificultades. Vea el siguiente Link:
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